¿Cómo convertir la ausencia en costumbre? ¿Será como dejar la luz encendida, tanto de noche como de día, hasta que se deja de ser consciente de que está encendida? ¿O será como apagarla y no volverla a encender, ni siquiera de noche, hasta que se aprende a vivir en la oscuridad?
Cada vez que tocas algo, se rompe cada vez que te decides a apostar, pierdes cada vez que todo va bien, por alguna razón se estropea y cada vez que te importa alguien, se va... Entonces acabas atándote las manos, abandonando el juego, dejando de implicartey dándote por vencida.
Prefiero morir vicioso y feliz a vivir limpio y aburrido.
Prefiero encontrar una estrella en el fango a cuatro diamantes sobre un cristal.
Prefiero que la estrella queme, sea fuego, a un tacto rezumante de frialdad.
Prefiero besar el duro suelo veinte veces para llegar una sola vez a lo más alto a escalar poco a poco, sin caer nunca pero sin llegar jamás a la cima.
Prefiero que me duela a que me traspase, que me haga daño a que me ignore.
Prefiero sentir.
Prefiero una noche oscura y bella, sucia y hermosa, a un montón de días claros que no me digan nada.
Prefiero una cadena a un bozal.
Prefiero quedarme en la cama todo el día pensando en mi vida a levantarme para pensar en la de otros.
Prefiero un gato a un perro. Porque el gato te araña, es infiel, te ignora, se escapa, pero sabes que, a pesar de todo, no podría vivir sin ti. En cambio, el perro es tonto, no sabe nada, te obedece hasta el absurdo.
Prefiero las mujeres gato a las mujeres perro, por las mismas razones.
Prefiero el mar a la montaña. La vida es una noche tumbado en la playa, mirando las estrellas sin verlas, soñando despierto, dejando que la arena se cuele entre los dedos de mis pies, embriagado de todo. Y la noche, siempre la noche. Nunca a la luz del sol. La noche es mágica. Me hace vivir, no pensar. Me pone en movimiento. Rompe mis esquemas.
Prefiero las noches frescas de verano, andar con poca ropa, sentarme en el suelo y meterme algo de vida en el cuerpo. La mañana me sabe a dolor de cabeza. Me da sueño. Me quita las ganas de hablar. Me recuerda que soy mortal. Me recuerda que soy normal. La noche me hace único. Prefiero el color de la sangre y el de la gris niebla que difumina las cosas. Si sabe que prefiero el frío cuero, ¿por qué se viste con el traje de terciopelo?. Se me escurre entre los dedos...
Prefiero experimentar las cosas, aunque me hagan mal. Aunque me hiervan la sangre.
Prefiero probarlo todo a morirme sin saber lo que me gusta.
Y, más que nada, prefiero la vida que dan sus besos de caramelo y la suave caricia de su piel caliente.
Y, por fin, entender que no sólo se quiere de un modo.
Que se puede querer a los de siempre, a los nuevos, a mi familia (y a la suya), a quién le cuentas los secretos y con quién compartes las noches del viernes, las tardes de domingo o las bolsas de gominolas. Con quién duermes la siesta, te ríes o regañas.
Claro no es la misma forma, pero sí es la misma intensidad.
Aunque no nos muriéramos al morirnos, le va bien a ese trance la palabra "muerte". Muerte es que no nos miren los que amamos, muerte es quedarse solo, mudo y quieto y no poder gritar que sigues vivo.
Las cosas volvieron a su lugar natural y su corriente habitual. Sin caer en la rutina, llegamos a ser como antes, a realizar las mismas cosas que antes y a disfrutar como antes, pero mucho mejor que antes. Por lo menos yo.
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Vivimos rápido, demasiado y los pequeños placeres de la vida pasan por delante de nuestras narices sin apenas darnos cuenta, debiéramos recuperar la paciencia, la calma y el gusto por las cosas lentas, pero bien hechas.
No creo en Dios, No creo en “para siempre”. No creo en el tarot, ni en la quiromancia. No creo en los ejércitos. No creo en muchas sinceridades, ni en algunas “amistades”. No creo en los políticos y empiezo a dudar de la justicia.
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta si tu pensamiento es elevado, si una exquisita emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes y el feroz Posidón no podrán encontrarte si tú no los llevas ya dentro, en tu alma, si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo, que sean muchos los días de verano; que te vean arribar con gozo, alegremente, a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia, y comprar unas bellas mercancías: madreperlas, coral, ébano, y ámbar, y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto para aprender, y aprender de quienes saben. Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca: Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. Sin ellas, jamás habrías partido; mas no tiene otra cosa que ofrecerte. Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado. Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
Hoy querría estar a tu lado, darte un abrazo y pintarte una sonrisa encima de esa cara seria. Querría cargar algunas de tus piedras, como tú tantas veces has cargado las mías. Y en vez de eso aquí estoy, escribiendo tonterías.
Cierra los ojos con fuerza y pide un deseo.Cualquier cosa que desees,todo lo que desees…Ahora tienes que creer en él, tienes que creer que puede hacerse realidad.Nunca se sabe dónde va a ocurrir el próximo milagro, ni donde va a cumplirse el próximo deseo…El mundo está lleno de magia, pero hay que creer en ella.Así que cierra los ojos y pide un deseo con todas tus fuerzas. Y no te olvides de creer en él.
- ¿Nunca te ha pasado que quieres con todas tus ganas arreglar algo, pero no te atreves ni a acercarte porque te avergüenzas de haberlo estropeado y temes empeorarlo aún más y sentirte todavía peor? - No sé...¿cómo cuando intentas cortarte el pelo tú sola y haces un estropicio? - No, yo me refería a algo entre personas. - ¿Te acuerdas cuándo en el colegio te explicaron las metáforas? - Sí… - Pues que el pelo crece, pero necesita su tiempo.
Yo sé lo que es pasar el peor día de tu vida, sé qué es sentirse atormentado. Y no voy a regocijarme en eso; alguien que realmente ha tocado fondo sabe que ese no es un sitio donde quedarse, es un sitio para tomar impulso e ir hacia la superficie, nada más.
Mantener en lugar fresco y seco. Evitar exposición continuada al sol para evitar posibles alteraciones. Regar y visitar de vez en cuando, para asegurarse de su buen estado. Por el resto, suelen conservarse bastante bien durante años, necesitan pocas atenciones y hacen mucha compañía.
Algunos me preguntarán por qué he empezado por el final y he ido retrocediendo hasta el principio. Por una sencilla razón: no he podido entender el principio hasta haber visto el final.
Ciertas personas tienen indiscutiblemente una notable capacidad de tener a los demás bien atados con nudos. Hay quienes destacan en hacer nudos y quienes destacan en dejarse enredar. Con frecuencia, ni el que ata ni el atado saben cómo sucede esto o no tienen conciencia de que ya está sucediendo. Impresiona constatar hasta qué punto les resulta difícil a las partes en juego ver lo que pasa. No olvidemos que el hecho de no ver que existe un nudo forma parte del nudo.
Seguiré recorriendo el camino que me queda delante con paso firme, parándome de vez en cuando a descansar y disfrutar de las vistas. A veces encuentras un hogar donde menos te lo esperas. Te quedas allí una temporada y un día, hasta que en cualquier momento descubres que ya no te da pereza marcharte.
Tu casa es allí donde te encuentras y tu gente es aquella de la que siempre sabes dónde está, aunque esté lejos.
Que se te ensucien los pies es buena señal. Quiere decir que sigues adelante.