Haces un recuento de ausencias, un recuento de planes sin cumplir, un recuento de las veces que no pronunciaste la palabra exacta, un recuento de las cosas que deberías cambiar, un recuento de las cosas que han cambiado, un recuento de los huecos, un recuento de los fantasmas, un recuento de las derrotas, un recuento de las veces que has sido cobarde, un recuento de los días de ayer...
Y acabas agotada, porque sabes mucho antes de empezar que es un error y que no servirá de nada.
Los números siempre se me han dado bien y hay días que las palabras me parecen una venganza.