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La mayoría de las personas de este mundo en cuanto tienen la oportunidad hablan de si mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: "yo parezco tonto de tan franco y sincero que soy" o "soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo" o "yo le leo el pensamiento a la gente". Pero he visto innumerables veces como personas "sensibles" herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas "francas y sinceras" esgrimir sin darse cuenta las excusas que más les convenías. He visto cómo personas que "le leían el pensamiento a la gente" eran engañadas por los halagos más burdos.
Todo ello me lleva a pensar: ¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?. Cuanto más pienso en ello, más reacio soy a hablar de mí mismo (si es que realmente hay necesidad de hacerlo)...
Quizá se deba a eso, pero me he habituado a trazar una frontera invisible entre mí mismo y los demás. Empecé a tomar una distancia perpetua ante el otro, fuera quien fuese, y a mantenerla mientras estudiaba mi actitud. Aprendí a no creerme todo lo que la gente dice.
Haruki Murakami
Sputnik, mi amor
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