Que estés a siete mil quinientos seiscientos veintitrés kilómetros de mí el día de tu cumpleaños es algo a lo que no me acabaré de acostumbrar nunca. Nos hemos visto el día de tu cumple cada año desde que éramos universitarios, por eso permíteme decirte que, te echo de menos. Te echo de menos, amigo. Echo de menos verte cada fin de semana, echo de menos tus ganas de todo y tu modo de tirar de todos, echo de menos tu calor y el saber que tengo a menos de diez kilómetros de distancia, echo de menos tus abrazos de oso, echo de menos, incluso, todo tu dramatismo.
Pero amigo, tienes un don, eres capaz de acortar las distancias. Hasta las más largas.
Feliz cumpleaños, te mando un beso congelado desde mi hogar polar... guárdalo, hasta que pueda dártelo yo. Te adoro.
Pero amigo, tienes un don, eres capaz de acortar las distancias. Hasta las más largas.
Feliz cumpleaños, te mando un beso congelado desde mi hogar polar... guárdalo, hasta que pueda dártelo yo. Te adoro.
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