Laura arrastra consigo, desde hace mucho tiempo, una gran bolsa llena de miedos.
A veces, durante la noche, cuando no puede dormir, todos sus miedos salen de la gran bolsa, se hinchan, crecen y llenan su mente.
Hay miedos absurdos que la angustian profundamente. El miedo a que los demás oigan los pensamientos que fabrica. El miedo a que no se vuelva a hacer de día. El miedo a que su llave deje de abrir la puerta. El miedo a que se pueda traicionar y decir todo aquello a lo que tiene miedo. Y el miedo a no poder decir nada, porque todo lo siente frágil e inestable.
Laura teme que sus miedos la asfixien y que sus palabras la maten. En su bolsa también hay miedos verdaderos: el miedo a no saber quién es y el temor a saberlo, el miedo a la soledad y el temor a tener compañia; el miedo a las otras miradas y a que la dejen de mirar; el miedo a soñar y el temor al vacío si deja morir sus sueños, el miedo a arriesgarse y el temor a dejarlo de intentar; el miedo a amar y el pánico a dejarse amar; el miedo a vivir y el terror a morir.
Cuando salen sus miedos de la bolsa, Laura no sabe qué hacer y se agarra a sus miedos mas absurdos para no enfrentarse a los miedos verdaderos.
La vida viene a cuento
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