sábado, 5 de julio de 2008

Esperaba... y ya no espero


Te esperaba en casa, vestida con una de tus camisas olvidadas. Te esperaba. Empecé a fumar pese a que sé que no debiera hacerlo, pese a que todo el mundo me había dicho lo mal que quedaba un cigarrillo entre mis dedos. Hasta tú, que normalmente eras el que liabas maría para mí, te habías atrevido a comentar lo vulgar del humo nublando mis ojos.

Abracé tu foto. Salí a buscarte a la calle con la camisa aún desabrochada, con las vecinas contemplándome fascinadas.
Te esperaba ya por pura inercia. Te esperaba, sin esperanzas ni promesas. Sabiendo que había tantas posibilidades de que aparecieses como las que tenía la negación de la atracción gravitatoria sobre el resto de los cuerpos del universo. Los nuestros ya se hallaban fuera de ésta y de otras tantas teorías.

Entonces comprendí que quizá no nos amábamos tanto como para aguantar el que dirán, como para que perdieras hasta tu sombra.
Así que te dejé ir, sin correr a buscarte ni plantear el amor nuestro como ecuación con
solución comprendida en el campo de los reales. Aquel mismo día me di cuenta de que, a veces, una ha de ser más caprichosa, o más generosa.


3 comentarios:

Fini dijo...

Jo Patri tremendo relatazo.... un beso y a mi no me queda nadita para subir.... así que ya nos daremos un abrazo en persona de esos fuertes, fuertes... Besos

Anonymous dijo...

O sea que no fue... Abanibí

Patri dijo...

O que ya no esperé para comprobarlo... abanebé

¡¡Fini!! qué envidia más grande me das...
Y apunto que me debes uno de esos abrazos.

Besos a los 2