Si nosotros mismos no sabemos condenarnos o absolvernos
¿Quién será capaz de hacerlo?
¿Quién tiene tantos y tan recónditos elementos de juicio sobre nosotros mismos como nosotros mismos?
¿Acaso no sabemos desde el inicio y sin la menos vacilación, cuando somos culpables y cuando inocentes?
................................M. Benedetti
No pediré disculpas por sentir lo que siento.
No pediré disculpas por querer, por no poder o por dejar de querer.
No pediré disculpas cuando me hagan daño, no pediré disculpas cuando decida no olvidar.
No pediré disculpas por mis heridas, por no poder dar lo que ya no tengo.
No pediré disculpas por no permitir que se me haga culpable, ni por no sentirme la causa de ningún fin.
No pediré disculpas por mis palabras, no pediré disculpas por seguir creyendo en ellas.
Tampoco pediré disculpas por empezar a pensar en mi en primer lugar, por no preocuparme por quien dejó de preocuparse por mí ni por seguir con mi vida sin esperar nada de nadie.
Pero, sin embargo, puedo pedir disculpas por otras razones, porque yo también me puedo equivocar y sé rectificar, porque mi orgullo no me impide reconocer mis errores; guardo mi orgullo para otras cosas.
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